01 -
Enciende el horno a 200°C y pon papel de horno en una bandeja. Asegúrate de tener todo medido y listo porque todo va rápido una vez que empieces.
02 -
Coloca la mantequilla, agua, sal y azúcar en un cazo mediano a fuego medio. Deja que se derrita y hierve ligeramente mientras lo remueves de vez en cuando.
03 -
Cuando hierva, baja el fuego. Agrega la harina de golpe (sí, todo de una) y mueve enérgicamente con una cuchara de madera hasta formar una masa suave que se desprenda de los lados del cazo. Esto tomará unos 2 minutos.
04 -
Saca el cazo del fuego y deja que la masa repose 5 minutos (usar huevos con la masa caliente podría cocinarlos). Luego, añade los huevos uno por uno, mezclando bien cada vez. Al principio se verá raro, pero sigue moviendo hasta que la mezcla sea uniforme y brillante.
05 -
Llena con la masa una manga pastelera con boquilla grande y redonda. Haz montones de unos 5 cm sobre la bandeja separándolos bien. Hornéalos durante 20-25 minutos hasta que estén dorados y secos. ¡No abras el horno mientras se hornean! Enfríalos por completo sobre una rejilla después.
06 -
En un bol grande, bate la crema fría con el azúcar glas y la vainilla hasta que tenga picos firmes. Cuando levantes las varillas, los picos deben quedar intactos. Con cuidado, mezcla las fresas picadas con una espátula para no quitar el aire de la crema.
07 -
Corta cada bollo a la mitad como si fuera un panecillo. Pon una buena cantidad de crema de fresas en la parte de abajo y tapa con la parte de arriba. Espolvorea azúcar glas por encima, y si quieres, decora con un chorrito de chocolate derretido.