01 -
Si decides hacer tu propia salsa tártara (¡te lo recomiendo mucho!), prepárala primero para que los sabores se mezclen mientras haces las croquetas. Si la compraste ya hecha, simplemente sáquela del refrigerador para que esté a temperatura ambiente.
02 -
Calienta el horno a 190°C. Pon un papel para hornear sobre una bandeja y coloca el filete de salmón encima. Agrégale un poco de aceite (unas 2 cucharadas). Espolvorea con sal fina y pimienta. Mete el salmón al horno y cocínalo por 15-20 minutos, o hasta que el centro alcance unos 54°C si usas un termómetro. El filete debe estar bien cocido pero sin que quede seco. Deja que se enfríe antes de manipularlo.
03 -
Con un tenedor (o las manos si ya está suficientemente frío), desmenuza el salmón en una ensaladera grande. Si tiene piel, retírala y descártala; solo queremos la carne tierna. Asegúrate de romper los trozos grandes para que haya una mezcla uniforme de pedacitos pequeños.
04 -
Derrite la mantequilla en un sartén pequeño a fuego bajo-medio. Añade la chalota picada y cocina hasta que esté suave y transparente, unos 3 minutos. Es importante no dorarla, queremos extracción suave de sabor. Agrega el ajo picado y cocina por solo un minuto más hasta que la cocina huela delicioso. Retira del fuego y deja reposar un poco.
05 -
En la ensaladera del salmón desmenuzado, añade el puré de papa, el pan molido, la chalota y el ajo salteados (incluyendo lo que quedó de mantequilla en el sartén), el condimento Old Bay y la mostaza Dijon. Con una cuchara o espátula, mezcla todo con suavidad para no machacar demasiado el salmón; un poco de textura queda mejor.
06 -
Con las manos ligeramente húmedas (esto ayuda a que no se pegue), toma unas 3 cucharadas de la mezcla y dales forma ovalada, unas 3 pulgadas de largo y 1 de ancho. Colócalas en un plato o bandeja cubierta con papel para hornear. Haz lo mismo con el resto de la mezcla. Saldrán entre 8 y 12 croquetas dependiendo del tamaño. Si la mezcla está muy suave, refrigérala unos 15-20 minutos para que sea más fácil de moldear.
07 -
En un sartén hondo, vierte suficiente aceite para unos 2 cm de profundidad. Calienta a fuego medio-alto hasta que alcance 190°C. Si no tienes termómetro, prueba con un trozo pequeño de mezcla, debe chisporrotear al instante pero sin salpicar mucho.
08 -
Coloca cuidadosamente varias croquetas en el aceite caliente, pero no llenes demasiado el sartén. Deja espacio entre cada una. Fríelas por 2 o 3 minutos de cada lado, volteándolas con una espátula ranurada, hasta que estén de un precioso tono dorado. La capa exterior debe estar crujiente mientras que el interior permanece suave.
09 -
Con una espátula o cuchara, saca las croquetas y ponlas sobre un plato con papel absorbente o una rejilla para eliminar el exceso de aceite. Mientras aún están calientes, espolvoréales un toque de sal fina. Es el toque mágico para que sean irresistibles. Sigue friendo las demás en tandas.
10 -
Coloca las croquetas doradas en un plato grande, ponles por encima un poco de perejil fresco picado y acompaña con un recipiente pequeño de salsa tártara para sumergir. Disfruta mientras aún están calientes y crujientes. ¡La combinación de la cáscara crujiente con la suavidad del relleno es simplemente una delicia!