01 -
Pon tu horno a calentar a 175°C. Mientras se calienta, toma un molde cuadrado de 20x20 cm y cúbrelo con papel para hornear, asegurándote que sobresalga un poco en los bordes para que sea fácil de sacar después. Rocía con un poco de aceite en spray para evitar que se pegue – ¡es un buen truco que hace la diferencia!
02 -
Coloca el queso panela, el huevo, el queso manchego y las especias (si las vas a usar) en una licuadora o procesador de alimentos. Licúa todo hasta que quede completamente suave y sin grumos, moviendo los lados con una espátula si es necesario. La mezcla debe tener una consistencia similar a la de un batido ligero.
03 -
Vierte la mezcla en tu molde preparado. Con la ayuda de una cuchara o espátula, distribúyela uniformemente, asegurándote de que quede con el mismo grosor en todos lados. Esto evita que algunas partes se quemen o queden más delgadas.
04 -
Coloca el molde en el horno precalentado y deja que se hornee durante unos 25 minutos. Sabrás que está listo cuando los bordes estén dorados y empiecen a despegarse ligeramente de los lados, y el centro esté firme al mover suavemente el molde.
05 -
Cuando salga del horno, déjalo enfriar entre 3 y 5 minutos. Esto permitirá que termine de asentarse. Pero no te tardes mucho o podría pegarse ligeramente al papel de hornear.
06 -
Con cuidado, toma los bordes del papel para hornear y levanta el pan plano del molde. Ponlo en una tabla de cortar y utiliza una espátula fina para separarlo del papel. Hazlo lentamente desde una esquina y ve despegando de poco a poco.
07 -
Ahora viene lo divertido. Este pan es super versátil. Lo puedes usar como base para pizza, partirlo en triángulos para acompañar dips, o rellenarlo como quesadilla con queso y tus ingredientes favoritos. Mi opción preferida es hacer un burrito de desayuno con huevo revuelto y aguacate. ¡Va con todo!