01 -
Lava bien las fresas y sécalas con cuidado. Córtalas por la mitad a lo largo, y si te gusta, mantén los cabitos verdes
02 -
Con un cuchillito, marca un pequeño triángulo en el centro de cada mitad. Luego, con una cucharita, vacía un poquito del centro para dejar espacio al cremoso relleno
03 -
Pon las fresas ya preparadas boca abajo sobre papel de cocina durante un par de minutos para quitar el exceso de agua
04 -
Mezcla el queso crema batido con el azúcar glass, la ralladura de limón y la vainilla hasta que todo esté suavecito. Mételo en una manga pastelera con boquilla bonita (o una bolsa con un agujerito en la esquina)
05 -
Pon una buena cantidad de relleno en cada fresa, y espolvorea con las migas de galleta y los confites de colores. ¡Sírvelas enseguida!