01 -
Coge tu olla más grande o sartén profunda - ¡esto se cocina todo junto! Echa la pasta, el caldo, aceite, ajo picado y esa aromática ralladura de limón. ¡Sí, todo va desde el principio!
02 -
Sube el fuego al máximo y deja que hierva con energía. Cuando burbujee bien, bájalo a medio-bajo y deja que se cocine a fuego lento. ¡Aquí es donde ocurre la magia!
03 -
Estate pendiente los próximos 8-10 minutos, removiendo de vez en cuando. Verás cómo el líquido se va transformando en una salsa preciosa. No te preocupes si parece muy suelta al principio - ¡ya espesará!
04 -
Prueba la pasta para ver si está al dente - debe estar tierna pero con un poco de resistencia. A estas alturas, la mayoría del caldo se habrá convertido en una salsa sedosa.
05 -
Quita la olla del fuego y añade los toques finales - va el zumo de limón fresco, una lluvia de parmesano y un chorrito de nata. Remueve todo hasta que quede brillante e irresistible.
06 -
Ahora es momento de darle tu toque personal - añade el perejil fresco y sazona con sal y pimienta a tu gusto. Déjalo reposar un par de minutos - esto permite que la salsa espese bien.
07 -
Sirve en platos calientes mientras aún humea. Añade por encima un poco más de parmesano y, si te gusta el picante, esas hojuelas de chile. ¡Disfrútalo mientras está perfecto!