01 -
Enciende tu horno a 200°C y deja que alcance la temperatura mientras preparas todo. Este calor intenso hará que se forme una cubierta dorada irresistible en tu dip.
02 -
En un recipiente mediano, combina el pollo picado, el requesón (puedes pasarlo por la licuadora si prefieres una textura más suave), una taza del queso cheddar rallado, la salsa picante y el ajo en polvo. Remueve todo hasta que quede bien integrado. La textura será rústica pero homogénea.
03 -
Coloca la mezcla en un molde pequeño apto para horno, como uno cuadrado de 20x20 cm. Asegúrate de nivelar la superficie con una cuchara para que se gratine de manera uniforme.
04 -
Esparce el resto del queso cheddar sobre la parte superior. Si eres amante del queso, no dudes en agregar un poco más. Esto creará una capa irresistible y fundida.
05 -
Mete el molde en el horno precalentado y hornea entre 15 y 20 minutos. El punto perfecto es cuando las orillas están burbujeando y el queso de arriba está completamente derretido. ¡Tu cocina olerá increíble!
06 -
Si te gusta que la parte de arriba tenga un toque crujiente, cambia el horno a la función de gratinar al final por 1 o 2 minutos. Estate atento porque puede pasar de dorado a quemado en un segundo.
07 -
Saca el dip del horno y deja que repose unos 5 minutos. Este tiempo es clave para que no queme y para que espese un poco. Decora con el cebollín picado y acompaña con las verduras o chips de tortilla a tu gusto.