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Comienza cortando esa sandía fresca. Puedes optar por gajos grandes si buscas un estilo más informal, ideal para picnics, o trozos pequeños si se va a servir en tazones. Los trozos pequeños son perfectos para ocasiones más elegantes donde se utilizan cubiertos.
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En un recipiente pequeño, exprime el jugo de las limas (¡que sea bien fresco!). Agrega el aceite de oliva, la miel, la sal y, si quieres un toque más atrevido, una pizca de hojuelas de chile seco. Mézclalo todo hasta que la miel se disuelva por completo y el aderezo tenga una textura uniforme.
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Incorpora el cilantro picado y las rodajas de jalapeño directamente en el aderezo. Si prefieres que no sea tan picante, retira las semillas y las venas del jalapeño, o simplemente utiliza menos. Remueve bien para que todo quede impregnado con el aderezo.
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Si optaste por los gajos de sandía, colócalos en un bonito plato para servir y vierte el aderezo por encima. Asegúrate de distribuir bien los trozos de cilantro y las rodajas de jalapeño. Si usaste trozos pequeños, ponlos en un tazón, añade el aderezo y mézclalo suavemente para no romper la sandía.
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Justo antes de servir, espolvorea un poco de sal marina en escamas para darle ese contraste crujiente. Si estás en mood aventurero, añade más hojuelas de chile seco y algunas hojas de cilantro fresco para darle más color. ¡La combinación de sabores dulces, ácidos, picantes y salados es toda una delicia!
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Esta ensalada es mejor cuando se sirve al momento, así que llámalos a todos a la mesa de inmediato. Los colores vivos y el aroma harán que nadie pueda resistirse. Es la manera perfecta de refrescarse en un día caluroso con un sabor que encanta a todos.