01 -
Enciende tu horno a 180°C. Toma una bandeja para hornear o un sartén resistente al horno y cúbrelo con papel para hornear. Esto evitará que el caramelo se pegue.
02 -
Si el pan brioche aún no está en rebanadas, córtalo en trozos gruesos. Un grosor de unos 2.5 cm funciona genial. Luego, retira las cortezas para obtener cuadrados suaves y esponjosos.
03 -
En un bol pequeño, combina la mantequilla suave con el azúcar moreno. Asegúrate de mezclar bien hasta que no queden grumos. Luego, agrega la miel, un toque de sal y, si te apetece, un poco de canela. Revuelve hasta que todo quede como una crema suave y untable.
04 -
Utiliza un cuchillo para mantequilla o una espátula pequeña y cubre generosamente ambos lados de cada rebanada con la mezcla de miel y mantequilla. Asegúrate de cubrir hasta las orillas para lograr un color dorado espectacular.
05 -
Coloca las rebanadas cubiertas en la bandeja preparada y mételas en el horno. Hornéalas durante unos 14-16 minutos, luego dales la vuelta con cuidado y hornéalas otros 4-5 minutos. Busca que ambas caras queden con un tono dorado precioso. Vigílalas al final porque el azúcar puede quemarse rápidamente.
06 -
Cuando estén listas, pasa las rebanadas caramelizadas a una rejilla para enfriar. Déjalas reposar unos 10 minutos. Sé que es difícil esperar, pero este tiempo es clave para asentar el caramelizado y evitar quemaduras por el azúcar caliente.