01 -
Calienta el horno a 200°C. Corta la parte superior de las cabezas de ajo para exponer los dientes. Rocíalas bien con aceite, asegurándote que llegue a todos los rinconcitos, y añade sal y pimienta. Envuelve cada cabeza en papel aluminio y mételas al horno unos 50-60 minutos hasta que estén doraditas y tiernas.
02 -
Cuando se enfríen, exprime dos cabezas para hacer una pasta para tu salsa. De la tercera cabeza, saca con cuidado los dientes enteros para decorar tu pizza después.
03 -
Derrite la mantequilla en una sartén pequeña a fuego medio. Agrega la harina y cocina un minuto. Baja el fuego y vierte la leche poco a poco, mezclando hasta que quede suave. Deja que hierva a fuego lento, removiendo constantemente, hasta que espese y cubra la cuchara. Apaga el fuego y mezcla la pasta de ajo, el parmesano, sal y pimienta hasta conseguir una textura cremosa.
04 -
Pon el horno muy caliente - a 230°C, con la piedra para pizza en la rejilla central mientras se calienta.
05 -
En una superficie enharinada, estira la masa en forma redonda. Espolvorea tu pala de pizza con harina de sémola y coloca la masa cerca del borde para deslizarla fácilmente.
06 -
Extiende la salsa de ajo uniformemente sobre la masa. Reparte el provolone, desmiembra la mozzarella fresca, y distribuye los dientes de ajo asado por toda la superficie.
07 -
Desliza la pizza a la piedra caliente y hornea 14-15 minutos hasta que la corteza esté dorada y el queso burbujeante.
08 -
Termina con tomillo fresco, albahaca, un chorrito de miel picante y la reducción de balsámico. Añade hojuelas de chile si te gusta un toque picante.