01 -
La noche anterior o por la mañana, alimenta tu masa madre y déjala crecer hasta que esté llena de burbujas y haya duplicado su tamaño. Si la dejas toda la noche, usa menos masa madre y aumenta la proporción de agua y harina (como 20g de masa madre por 60g de harina y 60g de agua) para evitar que colapse antes de la mañana.
02 -
En un bol grande mezcla la masa madre activa con el agua, removiendo hasta que se disuelva. Añade la harina y la sal. Con una cuchara de madera o una espátula silicón mezcla hasta formar una masa húmeda y desordenada, sin restos de harina seca. No te preocupes si la masa luce rugosa—es normal.
03 -
Durante las próximas 2 horas realiza 4 sesiones de estirados y pliegues cada 30 minutos. Toma un lado de la masa, estira hacia arriba y dóblala sobre sí misma. Gira el bol un cuarto y repite hasta completar el círculo. Cubre el bol con un paño húmedo entre cada sesión para evitar que la masa se reseque. Al principio puede ser pegajosa y romperse, pero irá mejorando.
04 -
Al terminar los pliegues, deja la masa reposar de 2 a 4 horas a temperatura ambiente hasta que esté llenita de burbujas. Si hace frío en tu cocina, podría tardarse más o prueba dejarla en un rincón cálido junto a una taza de agua caliente.
05 -
Pon la masa en un recipiente hermético o cúbrela bien con plástico. Déjala en la nevera toda la noche, o hasta por 36 horas si deseas un sabor a masa madre más intenso. Este tiempo lento y frío resalta los sabores únicos.
06 -
Engrasa bien un molde de 23x33 cm (aproximadamente) con aceite de oliva. Si temes que se pegue, puedes usar papel para hornear antes del aceite. Toma la masa fría de la nevera y colócala en el molde. Déjala reposar 10 minutos para relajar el gluten, luego usa dedos engrasados para estirarla suavemente hacia las esquinas. Si no se queda, deja que descanse otro rato antes de intentarlo de nuevo.
07 -
Coloca el molde en un lugar cálido y deja que la masa aumente hasta que esté esponjosa y bailable si la mueves. Esto puede tardar entre 3 y 5 horas, dependiendo del clima. Para que no se reseque, cúbrela con un paño húmedo o unta la superficie con un poco de aceite de oliva.
08 -
Prende tu horno a 230°C (450°F). Una vez caliente y tu masa lista, pon más aceite de oliva en la superficie. Con los dedos aceitados, presiona la masa hacia abajo creando hoyos profundos típicos de la focaccia, asegurándote de llegar al fondo del molde.
09 -
Coloca trozos de las aceitunas en los huecos de la masa. Reparte el romero fresco por toda la focaccia y termina con una capa generosa de sal marina gruesa.
10 -
Mete tu molde al horno caliente y déjala hornear de 25 a 30 minutos, hasta que la superficie esté bien dorada y los bordes se hayan despegado un poco. Si ves que se dora muy rápido, cúbrela con aluminio hasta que termine.
11 -
Saca la focaccia del molde después de 3-4 minutos y déjala enfriar encima de una rejilla por al menos 10-15 minutos antes de cortarla. Pruébala tibia, ¡es deliciosa!