01 -
Mezcla en un tazón la harina, el polvo de camote morado, la levadura y la sal hasta que estén bien integrados. Déjalos a un lado por ahora. En otro tazón más pequeño, bate ligeramente los huevos y mezcla con la esencia de camote morado hasta que el color sea uniforme y brillante. Apártalo para usarlo luego.
02 -
Con una batidora eléctrica o un batidor fijo con la paleta, bate los trozos de mantequilla durante 30 segundos. No necesitas que quede cremosa ni esponjosa, sólo busca que la mantequilla se deshaga un poco en pedacitos más pequeños.
03 -
Agrega el azúcar blanca y el azúcar morena a la mantequilla. Mezcla unos 40 segundos en baja velocidad, justo hasta que parezca una mezcla arenosa. No te pases - no queremos nada ligero o esponjoso.
04 -
Añade las chispas de chocolate blanco a la mezcla de mantequilla y azúcar. Mezcla sólo lo necesario para distribuirlas uniformemente. Estas chispas se fundirán y serán el toque delicioso dentro de las galletas.
05 -
Vierte los ingredientes secos a la mezcla anterior. Usa velocidad baja para integrar todo. La textura de la mezcla debe quedar algo arenosa, no esperes una masa suave.
06 -
Pon la mezcla de huevos y esencia de camote sobre el resto de los ingredientes. Bate despacio, sólo hasta que todo esté combinado. ¡No más! Queremos que todo se junte sin dejar de tener esa textura imperfecta.
07 -
Porciona bolas de masa de unos 165 g cada una. No las hagas perfectas, ¡deja que queden un poco rústicas con bordes rugosos! Coloca las bolas en una bandeja y congélalas mínimo 2 horas o durante toda la noche. Este paso es crucial para conseguir la textura perfecta.
08 -
Cuando quieras cocinar las galletas, precalienta el horno a 185°C. Prepara una charola con papel encerado y coloca 6 bolas de masa congelada, dejando al menos 5 cm entre cada bola para que se expandan.
09 -
Hornea las galletas en la rejilla del medio durante 15-17 minutos. Busca que las orillas estén doradas pero el centro aún se vea ligeramente crudo. Déjalas enfriar en la charola unos 10 minutos y luego pásalas a una rejilla hasta que terminen de enfriarse.