01 -
Cubre un tazón poco profundo con papel pergamino y déjalo a un lado.
02 -
En una sartén de acero inoxidable, cocina la mantequilla a fuego medio durante 10-12 minutos, hasta que haya sólidos marrones y huela a nuez. Deberías obtener alrededor de 185 g o casi 1 taza de mantequilla dorada. Vierte la mantequilla en el recipiente preparado y enfría en el congelador hasta que esté firme, unos 60 minutos.
03 -
Cuando la mantequilla esté completamente sólida, retira el pergamino y córtala en cubos pequeños. Regresa los cubos al congelador hasta que los necesites.
04 -
En un bol de batidora, combina la harina y la sal. Añade los cubos de mantequilla dorada y mezcla a baja velocidad hasta que queden trozos pequeños, como del tamaño de guisantes. Debería parecer arena húmeda aproximadamente en 3 minutos.
05 -
En un vaso, mide el agua y el vinagre, luego añade hielo. Remueve hasta que el agua esté bien fría y parte del hielo se derrita.
06 -
Mientras mezclas a baja velocidad, añade el agua helada poco a poco con una cuchara. Usarás entre 10-15 cucharadas de agua en total. Detente cuando la masa comience a pegarse al batidor. La textura debe ser suave pero no pegajosa.
07 -
Divide la masa en dos partes iguales y cúbrelas con papel plástico. Aplástalas en discos redondos y planos. Cada disco debe pesar aproximadamente 335 gramos. Lleva al refrigerador al menos por 1 hora.
08 -
Precalienta tu horno a 218°C.
09 -
Saca un disco de masa del refrigerador y colócalo sobre una superficie ligeramente enharinada. Espolvorea un poco de harina sobre la masa y en el rodillo para evitar que se pegue. Estira la masa hasta formar un círculo de 3 mm de grosor y unos 30 cm de diámetro.
10 -
Enrolla la masa en el rodillo y transfiérela con cuidado a un molde para pie de 9 pulgadas. Ajusta la masa con cuidado para no rasgarla. Mientras preparas la parte superior, refrigera la base.
11 -
Con el otro disco de masa, haz lo mismo y estíralo hasta 3 mm de grosor. Corta tiras de 2.5 cm de ancho y colócalas sobre una bandeja con papel pergamino. Déjalas enfriar mientras preparas el relleno.
12 -
En un tazón grande, mezcla las fresas, duraznos, azúcar, jugo de limón, ralladura de limón, maicena y sal. Vierte esta mezcla en el molde con la base ya lista, dejando el líquido extra en el bol y desechándolo.
13 -
Coloca tiras verticales sobre el relleno. Alternadamente levanta tiras para formar un patrón entrelazado con tiras horizontales. Continúa hasta que cubras toda la parte superior.
14 -
Recorta el exceso de masa y dobla los bordes hacia abajo para sellar la base y las tiras. Pellizca los bordes con los nudillos para decorar.
15 -
Pinta la superficie del pie con el huevo batido. Si quieres, espolvorea un poco de azúcar morena.
16 -
Coloca el pie en una bandeja para hornear con bordes. Hornéalo durante 25 minutos. Sin abrir el horno, baja la temperatura a 180°C y sigue horneando por 40-50 minutos más. Si ves que los bordes están dorados de más, cúbrelos con papel aluminio.
17 -
Pon el pie sobre una rejilla para que se enfríe al menos 4 horas a temperatura ambiente antes de cortarlo. Esto ayudará a que el relleno se compacte bien. Sirve con helado si quieres.