01 -
Mezcla la harina, azúcar, sal y levadura en un procesador de alimentos. Pulsa unas 3 o 4 veces para integrar. Añade el agua y aceite de oliva. Procesa hasta que la mezcla forme una bola que se mueva alrededor del recipiente, unos 15 segundos. Luego, procesa 15 segundos más.
02 -
Lleva la masa de la bola a una superficie ligeramente enharinada y amasa un par de veces hasta que quede suave. Divide la masa en tres partes iguales y pon cada una en un recipiente con tapa o bolsa de congelación.
03 -
Coloca la masa en la nevera y déjala fermentar al menos un día y hasta un máximo de cinco días.
04 -
Dos horas antes de hornear, saca la masa de la nevera y dale forma en bolas recogiendo la masa hacia abajo y cerrando con un pellizco. Enharina bien y colócala en bowls separados. Tapa con plástico adherente y deja que suban a temperatura ambiente hasta que casi dupliquen su tamaño.
05 -
Una hora antes de hornear, coloca la piedra para pizza en la rejilla del centro del horno y precalienta a 260°C (500°F).
06 -
Lleva una bola de masa a una superficie enharinada. Presiona suavemente hacia un círculo de unos 20 cm dejando un borde más alto. Estira usando tus nudillos hasta alcanzar un círculo de 30-36 cm y 6 mm de grosor. Transfiere a una pala de pizza.
07 -
Esparce alrededor de 2/3 de taza de la salsa sobre la masa, dejando un borde de 1 a 2 cm libre. Distribuye un tercio del queso de manera uniforme sobre la salsa.
08 -
Desliza la pizza sobre la piedra caliente y hornea entre 12 y 15 minutos, hasta que el queso se derrita con puntos dorados y la corteza esté bien dorada e inflada.
09 -
Coloca la pizza en una tabla para cortar, haz las porciones y sirve de inmediato. Repite los pasos con la masa, la salsa y el queso restantes.