
Esta pasta con gambas, espinacas y tomate convierte ingredientes básicos en una comida colorida que recuerda al Mediterráneo y que puedes preparar en media hora para cualquier día ocupado o una cena casual con amigos. Ligerita pero sabrosa, parece de restaurante y no te requiere nada de esfuerzo.
Una vez inventé este plato en una tarde de verano, quería algo rápido pero bien presentado para visitas que llegaron de sorpresa. Los colores y el sabor entusiasmaron tanto a todos que ahora lo preparo siempre que quiero quedar bien y no tengo tiempo para andar horas en la cocina.
Ingredientes
- Espaguetis: Ideal para atrapar la salsa ligera; si puedes, elige pasta de trafilado en bronce para que la salsa se quede mejor
- Gambas grandes: Dan la proteína y quedan jugosas; si hay, compra salvajes para mejor sabor y textura
- Espinacas frescas: Súmale color y nutrientes; usa baby espinaca, no hace falta cortarla
- Tomates cherry: Añaden dulzor y acidez natural; escoge los más maduros, que estén blanditos
- Ajo: Es la base aromática; olvídate del ajo ya picado, mejor usa dientes frescos
- Aceite de oliva: Fundamental para la salsa; extra virgen es lo ideal
- Copos de chile seco: Te da ese leve picante y equilibra el dulzor, ponle a tu gusto
- Queso parmesano: Un toque salado que redondea el sabor; rallado en casa queda mucho mejor
Instrucciones Paso a Paso
- Junta Todo al Final:
- Pon las espinacas frescas en la sartén aún caliente, quizá de a poco para que se vayan ablandando. Añade caldo y deja reducir durante unos minutos. Echa la pasta ya cocida y revuelve con pinzas para que todo se mezcle. Si la salsa está espesa, agrega el agua de la cocción de la pasta poco a poco hasta que esté cremosa. Vuelve a meter las gambas y mueve con suavidad. Dale un minuto más en el fuego y listo, los sabores quedan perfectamente integrados.
- Haz la Base de la Salsa:
- En la misma sartén, pon más aceite de oliva y añade el ajo picadito solo hasta que suelte el aroma, no dejes que tome color. Suma los tomates cortados por la mitad y sube a fuego medio-alto. Déjalos quietos un rato y luego remueve con cuidado para que se vayan reventando, así sueltan el jugo y eso es la salsa natural.
- Prepara las gambas:
- Calienta aceite de oliva en una sartén amplia a fuego medio, debe brillar pero no echar humo. Pon las gambas en una sola capa, salpimienta y no muevas durante dos minutos hasta que estén rosadas. Dales la vuelta y termina de cocinar otro minuto o dos hasta que ya no estén crudas pero sigan tiernas. Sácalas al momento para que no se pasen. Si hacen forma de C están perfectas, si se enrollan del todo es que se cocinaron de más.
- Cuece la pasta:
- Hierve suficiente agua con mucha sal. Cuando hierva fuerte, mete la pasta y cocínala el tiempo que marque el paquete, al dente suele estar en 8-10 minutos. Ve removiendo para que no se pegue. Antes de escurrirla, guarda como media taza del agua de cocción porque te ayuda luego con la salsa. Escurre pero no enjuagues la pasta, así la salsa se adhiere mejor.

El arma secreta aquí es el agua de la pasta, que mi abuela italiana me enseñó a no desperdiciar. Esa agua espesa es lo que hace que todo quede cremoso, justo como lo preparan los chefs pro. Un día no la guardé y la pasta se quedó separada, seca y sin esa textura unida que hace esto especial.
Sugiere Un Buen Acompañante
Este plato luminoso va increíble con un vino blanco seco como un Sauvignon Blanc o un Pinot Grigio. La acidez fresca del vino realza los tomates y corta el sabor del aceite de oliva. Si quieres hacerlo aún más completo, arma una ensalada sencilla de rúcula con limón y aceite de oliva. Las hojas picantitas contrastan muy bien con las gambas y el tomate dulce.
Hazlo con Anticipación
Esta pasta recién hecha es lo máximo, pero puedes adelantar varios pasos para ahorrar tiempo. Limpia y desvena las gambas hasta 24 horas antes y guarda en la nevera tapado. Parte tomates y pica el ajo por la mañana. Si haces todo el plato, puedes recalentar al día siguiente con un poco de caldo. El color de la espinaca cambia, pero de sabor sigue igual.
Dale Tu Toque
Esta preparación es muy flexible y puedes adaptarla según lo tengas por casa. Cambia las gambas por pechuga de pollo en cuadritos, o si no quieres carne, suma alubias blancas para proteína. Arúgula o kale quedan bien si no tienes espinaca, solo cambia el tiempo al saltearlas. Si quieres la salsa más cremosa, métale nata líquida. Y en verano, añade hierbas frescas como albahaca, orégano o tomillo.

Preguntas Frecuentes
- → ¿Puedo cambiar el tipo de pasta?
Claro, usa la pasta que tengas a mano, ya sea linguini, fettuccine o hasta una opción sin gluten.
- → ¿Con qué reemplazo el caldo de pollo?
Usa caldo de verduras o incluso agua y una pizca de sal, quedan genial.
- → ¿Cómo veo si las gambas están listas?
Cuando se ponen rosadas y no se ven translúcidas, normalmente tras 2 o 3 minutos de cada lado a fuego medio.
- → ¿Se puede hacer más picante?
Sí, agrégale más chili en escamas para conseguir el toque de picor que te guste.
- → ¿Cuánto duren los restos en la nevera?
En un tupper bien cerrado aguanta hasta 2 días en el refri. Caliéntala despacio para que las gambas no se pasen de cocción.
- → ¿Es posible hacerlo sin lácteos?
Por supuesto, deja fuera el parmesano o pon una alternativa sin leche.